miércoles, 9 de diciembre de 2009

Remontada de campeón... ¡y a octavos!


El Barça vivió una de esas jornadas que hacen de la Champions una competición única, distinta. Mágica. Una noche de emoción y nervios, pero que, como siempre con este Barça infalible, termina con final feliz. Como en los cuentos de hadas. El culé tiene motivos más que sobrados para estar contento. Su equipo ya está en octavos y, además, como líder de su grupo, lo que le permitirá contar con el factor campo a favor en la siguiente eliminatoria: sea cual sea el rival, el partido de vuelta será en el Camp Nou. Y eso siempre ayuda...

Sin alardes ni grandes exquisiteces -los menos de cero grados de temperatura tampoco contribuyeron al espectáculo-, los discípulos de Pep Guardiola volvieron a brindar una nueva exhibición de su fútbol de toque, esta vez en su versión más austera. Su dominio fue arrollador a pesar de los contratiempos, que no fueron pocos ni menores. El tempranero gol de Milevskiy y la falta de puntería en los metros finales fueron los únicos obstáculos para ganar con un resultado más amplio.

El Barça lo tenía relativamente fácil para pasar a la siguiente ronda: sólo una derrota por dos o más goles, unido a un resultado que no fuera un empate en el Inter-Rubin, le hubiera dejado fuera de la competición. En principio, todo llevaba a pensar que no se sufriría. Pero la ley de Murphy nunca falla. El gol de Milevskiy en el primer minuto hizo temer lo peor a los aficionados más pesimistas, aunque por fortuna todo quedó en un susto morrocotudo. El delantero del Dinamo ejecutó una falta no demasiado peligrosa escorado desde el vértice del área, Valdés detuvo su lanzamiento pero, incomprensiblemente, el balón se le escurrió entre las manos, colándose en la red sin saber muy bien cómo. Un tanto que recordó al histórico gol de Platini a Arconada en la final de la Eurocopa de 1984.

Pero la grandeza de este Barça radica justo en eso: que ha logrado desterrar los temores y el fatalismo clásico del pasado. Lo que en otra época, sin duda, hubiera acabado en un 3-0 y con el equipo fuera de Europa, se convirtió en un triunfo por 1-2, para suerte de un Dinamo que si no se fue con un saco de goles en contra fue de milagro.

Porque, ¿cómo se va a caer en primera ronda cuando uno tiene en su equipo a jugadores como Ibrahimovic, Iniesta o Messi?. El Balón de Oro cuajó otro partido soberbio, poniendo la guinda a su gran actuación con el gol del triunfo a cinco minutos del final.

El argentino fue el mejor de un Barça que se pasó la noche con un ojo pendiente de Italia. Las noticias que llegaban de San Siro no eran buenas: Eto'o adelantaba al Inter con el Barça perdiendo 1-0... pero todos los temores se desvanecieron muy pronto. El empate azulgrana no se hizo esperar. Superada la media hora, llegó el 1-1, después de una larguísima y magnífica combinación, que terminó con Abidal sirviendo un centro desde la izquierda y con Xavi enviando el balón a la red rematando a bocajarro en el área pequeña.

Las aguas volvían a su cauce. El dominio del Barça era arrollador. El Dinamo, rendido, sólo podía ver cómo su rival triangulaba una y otra vez, y su oportunidad de sorprender a la contra quedaba en simple quimera. Así se llegó al descanso. Y, en la reanudación, más de lo mismo: instantes iniciales de leve desconcierto y, a continuación, nuevo vendaval azulgrana, para desespero de Shovkovskiy, que con sus intervenciones evitó una goleada de escándalo.

El 1-2, a cinco minutos del final, hizo justicia. Messi, desde la frontal, convirtió en gol un prodigioso lanzamiento de falta. El argentino impartió una nueva lección de fútbol en Kiev, aunque la felicidad no pudo ser completa. Poco después, fue víctima de una durísima entrada a la altura del tobillo y se retiró del campo cojeando. En las próximas horas se sabrá el alcance exacto de su lesión.

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